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Raul
Fotografía: Jesús Massó

Decir lo que se piensa no es lo mismo que decir lo que se siente. Al igual que no es más fácil hacer llorar que reír, porque lo realmente difícil es transmitir lo que sientes. Vivimos en una sociedad que puede ser muy culta, inteligente, ingeniosa, pero que generalmente teme abrirse. No sabemos expresarnos y, lo que es peor, no queremos escuchar lo que otros sienten.

Todos tenemos automatismos para defendernos en cualquier conversación. Lo mas frecuente es quitarle importancia, tanto por quien las cuenta “Se que lo que voy a contarte es una tontería” como por quien las escucha “No tienes que preocuparte por eso” “Eso no es nada”. La segunda opción es ponerse victimista “Déjalo, si es que soy tonto”. Y la tercera, tal vez la más molesta, las frases de libro de autoayuda “No te preocupes, todo pasa con el tiempo” “Si tiene que pasar, pasará”.

Tenemos una amplia variedad de herramientas para desviar una conversación por una u otra parte y que, de esa manera, ninguna exprese nada más que un montón de palabras seguidas. Es sorprendente lo libre que nos sentimos cuando hablamos de cosas tan opuestas como estar contento o cabreado; lo fácil que es mantener una conversación cuando esta se mueve en suelo firme entre esos dos extremos y lo difícil que es hacerlo cuando caminan por la cuerda floja donde todo se mezcla entre matices y profundidad.

El resultado es una sociedad que vive con sentimientos que se van pudriendo por no expresarlos y que van creando una creciente y continua frustración. Solo permanecen visibles el odio, el rencor, la frustración y el miedo. El “reír por no llorar” elevado a la máxima expresión. Sarcasmo y cinismo a raudales, todo lo que sea necesario para evitar hablar de lo importante, en una constante y permanente huida hacia adelante.

Nos censuramos a nosotras mismas porque no sabemos qué va a pensar quien nos escucha; si se va a reír, si te va a compadecer o si va a actuar de manera paternalista. Tampoco sabemos cómo vamos a reaccionar al contarlo. Uno sabe dónde empieza la conversación pero no cómo termina. Todo ese conjunto de factores terminan llevando al miedo; miedo a sentir, a expresarse, a hacer daño. Estamos acostumbrados a rebatir palabras, pero no a interiorizar emociones. La depresión ya no es una enfermedad, es una forma de vivir.

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Raul lianezIlustración: Pedripol

El artículo 155 de la constitución se ha convertido de repente en el único artículo constitucional que están como locos por cumplir todos los partidos que se llaman cínicamente constitucionalistas. Tachen todos los demás, aquí lo único que importa es la unidad de España, la monarquía, y el sostén a largo plazo del régimen institucional del 78, todo lo demás lleva meses en un segundo plano. Imaginaos que hubieran actuado con la misma vehemencia a la hora de cumplir con los siguientes artículos:

Articulo 27: Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales. Se reconoce la autonomía de las Universidades, en los términos que la ley establezca.

Artículo 35 Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.

Artículo 41 Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo.

Artículo 43 Se reconoce el derecho a la protección de la salud. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto.

Articulo 47: Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación. La comunidad participará en las plusvalías que genere la acción urbanística de los entes públicos.

Artículo 49 Los poderes públicos realizarán una política de previsión, tratamiento, rehabilitación e integración de los disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos, a los que prestarán la atención especializada que requieran y los ampararán especialmente para el disfrute de los derechos que este Título otorga a todos los ciudadanos.

Artículo 50  Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad.

No hace falta que entre en muchos detalles para darnos cuenta que estos artículos se vulneran un día si y otro también. Reformas laborales que impiden una remuneración suficiente y dignidad laboral. Venta de fincas a fondos buitres para que estos especulen libremente con ellas. Becas cada vez mas difíciles de alcanzar y precio aumentado de las matriculas universitarias. Recortes en Educación y Sanidad que para este año que entra tienen el porcentaje mas bajo de los últimos cuarenta años presupuestarios del gobierno central. Recorte de las pensiones, plantear que es insostenible, y cargarse toda la hucha de las pensiones en apenas cinco años. Ley de dependencia sin apenas presupuesto y todo cara a la galería pero sin recursos. Y un largo etc… y esto sin contar con las amnistías fiscales, la independencia judicial inexistente y el robo mediante la corrupción de los recursos públicos necesarios para dar un cumplimiento eficaz a los artículos anteriormente mencionados, y que se suelen zanjar con penas de risa, porque la ley está hecha para el robagallinas, y no para la oligarquía y sus marionetas en el parlamento.

Se dicen partidos constitucionalistas porque defienden la constitución cuando realmente solo la sacan para reprimir, no para defender al pueblo. Al igual que las banderas, que solo salen para ejercer la represión. Lo que hubiera molado que todo el mundo hubiera sacado las banderas para defender nuestra soberanía con la modificación del artículo 135,  las dos reformas laborales, cuando nos impusieron la ley mordaza, cuando a nuestros mayores le recortaron las pensiones, cuando nuestros vecinos perdieron sus casas por la especulación inmobiliaria. Ver un montón de gente agitando sus banderas para pedir que los deportistas paguen impuestos en su país, o para que los corruptos devuelvan el dinero robado que apalancan en paraísos fiscales.

Pero no, eso no ocurrió y tampoco va a ocurrir, porque la bandera y la constitución española no significan eso. Son símbolos impuestos por el miedo y el ruido de sables, al igual que una monarquía y una constitución que se votó mas por la ilusión de la paz que por estar de acuerdo con su contenido. Tenemos una bandera y una constitución que solo se agitan como símbolo de guerra. Una bandera que sirve para tapar la corrupción y las fosas comunes donde aún están nuestros muertos, porque a los suyos bien que los enterraron, y con honores durante la dictadura. Una bandera y una constitución que solo usan para defender al poder oligárquico o para pisotear a un pueblo en su nombre con recortes y pobreza por el bien de España.

Estoy en contra de la aplicación del 155, porque no tienen legitimidad para pedir cumplir lo que llevan incumpliendo desde que existe la democracia. No vale aludir a la defensa de la constitución cuando lleva cuarenta años siendo papel mojado y siendo los partidos que dicen defenderla quienes primero la pervirtieron y la sodomizaron. No nos vale la aplicación del 155 porque es un artículo que no tiene ninguna ley que la regule y por lo tanto es darle al gobierno un cheque en blanco para hacer lo que le de la gana. Un artículo excepcional que se puede convertir en cotidiano, porque si  a algo tiende el Estado es a cogerle el gusto a al poder ilimitado. Porque ya ha amenazado un delegado del gobierno del PP en Castilla La Mancha, con aplicarlo en dicha comunidad, porque el PP en el País Vasco ya ha amenazado con que la situación de esta comunidad se parece mucho a la que se vive en Cataluña. Porque si le das un arma tan poderosa a alguien, luego no te quejes cuando la use contra ti.

Tengo que dejar claro que tampoco estoy de acuerdo con una declaración unilateral de independencia, que proviene de un referéndum que no se pudo hacer en condiciones y con garantías. El Estado se encargó de ello, es cierto, con una lamentable jornada de represión, pero aún así no puede valer para declarar una independencia que no se tiene claro que sea el sentir mayoritario del pueblo Catalan. Y ante la duda, tan irresponsable me parece aplicar la DUI como la respuesta del estado con la aplicación del 155. Y no es equidistancia, porque soy favorable a defender “El derecho a libre autodeterminación, incluyendo la secesión y formación de un estado separado” pero que se haga de manera clara, transparente, y sin ingerencias. Por eso no comparto las formas aunque entienda el fondo, y es que después de siete años reclamando participación, un referéndum legal, al otro lado solo ha habido un gobierno reaccionario, que se ha negado a dialogar y a negociar una salida pactada, seguramente porque estaba preparando este escenario desde el principio.  Nadie de izquierdas diría que se rompe un país por el derecho a decidir, simplemente porque el concepto internacionalista del mundo te hace comprender que la solidaridad es con los pueblos y no con la idea imperialista que quiere sujetar a sangre y fuego a las tierras conquistadas, anexionadas, o que cree que son de su propiedad. Yo no considero que ninguna tierra sea mía en propiedad y por ello me considero internacionalista. Ni DUI, ni artículo 155, dialogo, voluntad política, democracia y proceso constituyente.

Por eso, ahora, mas que nunca, debemos abrir el debate del proceso constituyente, la constitución española está amortizada, asesinada por los mismos partidos que dicen de boquilla defenderla, mientras llevan apuñalándola cuarenta años. En estos momentos que las instituciones están tratando de realizar su propia revolución reaccionaria es cuando debemos ser responsables y salir para no permitir que se complete una transición 2.0 que ignore el sentir de todo un país. Forzar la construcción de una constitución de abajo hacia arriba, que obligue a quitarnos el titulo honorífico de súbditos que tenemos todos impuesto por una monarquía que ha pasado de parlamentaria a política con el posicionamiento inadmisible del Rey en el último mes. Hablemos de una constitución que obligue a cumplir con los derechos fundamentales y básicos, que sea vehemente contra la corrupción, la especulación, y la explotación laboral. Que pregunten de que manera nos queremos relacionar de nuevo los diferentes pueblos entre si. Que luche contra la privatización de los servicios públicos y que tenga como derechos inalienables el garantizar desde lo público el acceso a la energía y a la vivienda. Que de obligado cumplimiento a la memoria histórica y niegue la amnistía de crímenes de lesa humanidad cometidos durante el franquismo. Una constitución para un pueblo y construida por el pueblo.

Los tres partidos, PP, PSOE y CS son constitucionalistas a conveniencia,  y no necesariamente la suya, que también, sino a conveniencia de los mercados, del capitalismo, de los liberales que luego viven de lo público toda su vida vía puerta giratoria, son constitucionalistas a pesar que jamás han utilizado un artículo de la misma para proteger al pueblo, sino para someterlo. No podemos aceptar una reforma constitucional bajo la amenaza de un 155, igual que en su día vino una constitución bajo la amenaza de un golpe de estado.  En su momento se hizo lo que se pudo, cuarenta años después es el momento de hacer lo que debemos.

 

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Raul lainez

Fotografía: Jesús Massó

Me encanta ver mi ciudad llena de vida. Ver pasear a la gente disfrutando de un helado o tomando una cerveza mientras los niños corretean por todas partes. Conciertos abiertos en las plazas, obras de teatro que se representan en parques, actividades diarias para disfrutar de la puesta de sol o de la noche. Durante los meses de Julio y Agosto se hace un gran esfuerzo para que el verano brille con mayor intensidad, y desde luego, este nuevo consistorio lo está consiguiendo.

No hay día que no haya algo que hacer y a su vez te estés perdiendo otra cosa. Suelo leer lo que dice la prensa aunque tampoco le hago mucho caso, tengo mi propio perfil de Facebook y eso me permite comprobar el éxito de este verano cuando veo las publicaciones de mucha gente que vive en Cádiz felicitando al Ayuntamiento, o gente de fuera compartiendo fotos y diciendo que volverán el año que viene.

No tengo ninguna duda de que lo habría pasado estupendamente escuchando al Cigala en La Catedral, yendo al parque a ver la representación de “Sueño de una noche de Verano”, o los conciertos que ahora se están realizando en el ECCO. Me lo habría pasado muy bien los dos días del Trofeo asistiendo al concierto de La Canalla, las batallas de coplas de carnaval, y comprobando como al fin se eliminaba la Barbacoa del Carranza. Hay muchas cosas que me hubiera gustado hacer, ver, y sentir este verano. Me gusta el verano de mi ciudad, pero tengo ochenta años, vivo en el tercer piso de una casa en el casco antiguo, y no puedo bajar las escaleras.

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Raul lainez

Fotografía: Jesús Massó

En varias ciudades del mundo ya se están empezando a manifestar contra el crecimiento desmedido y descontrolado del sector turístico. En Cádiz se empieza a caminar en ese sentido y hay que ser valientes para afrontar el problema de construir una ciudad en torno a quien viene y no a quienes viven en ella.

La vivienda para las familias se han convertido en viviendas de alquiler quincenales para turistas, creando así una falta de vivienda familiares en la ciudad. La única posibilidad es vivir en una casa durante 9 meses porque después el dueño quiere alquilarla quincenalmente en verano y la familia se tiene que ir a otro sitio. A esto también afecta la proliferación de apartahoteles donde antes había vivienda familiar.

Poco a poco los barrios están dejando de tener almacenes, fruterías, panaderías, pescaderías, zapaterías etc., y todo empieza a ser bares, restaurantes, tiendas de souvenirs y negocios varios, todos centrados en el que viene y no en el que vive. Esto hace que las familias que habitan un barrio no tengan la posibilidad de acceder de manera cercana a los productos diarios, y provoca que se vayan del barrio y éstos se vacíen, excepto en verano que es cuando se llenan de turistas que vienen a pasar quincena tras quincena.

La financiación que reciben los Ayuntamientos está estipulada para todo el año, pero estos no prevén los diferentes momentos en que se duplica o triplica la cantidad de servicios que tienen que ofrecerse debido a la masificación turística, lo que deja seca a la mayoría de estas administraciones cuando tienen que afrontar los meses no estivales, y  por lo tanto repercute en la calidad del servicio que pueden ofrecer el resto del año.

Hoteles por todas partes. De la misma manera que se construían viviendas desaforadamente en los tiempos de la burbuja inmobiliaria, ahora se ha pasado a los permisos para construir hoteles o  para convertir cualquier edificio público o privado en un hotel. No se tiene en cuenta la capacidad de las ciudades, la masificación, la desnaturalización de los barrios, y por supuesto, no se tiene en cuenta que pueda caer algún día el crecimiento turístico y nos quedemos con unos cuantos hoteles muy bonitos y muy abandonados.

Convertir las ciudades en auténticos parques temáticos en función del turista. Por ello hay que poner música en la playa aunque desnaturalice el espacio. Si atrae a gente funciona, porque antes de poner la música nadie se paraba a ver un atardecer en nuestras playas ¿verdad?

La realidad es que vamos caminando hacia los mismos errores cometidos en muchas ciudades; algunas de ellas ya empiezan a darse cuenta y reaccionar. No es viable pensar una ciudad para los que vienen en vez de para los que viven en ella. No es sostenible acabar invadidos por mesas, sillas, sombrillas; por mucha riqueza que aporte a la ciudad porque además esa riqueza no se asienta en los trabajadores y trabajadoras de la hostelería que siguen en la misma situación de precariedad o incluso peor. El sector de la hostelería sigue siendo uno de los sectores mas precarios que existen, pese a su crecimiento, porque impide en su mayoría a los trabajadores y trabajadoras poder ejercer libremente su derecho a organizarse y defenderse contra la patronal. En la mayoría de los casos es trabajo eventual, de muchas horas, y mal remunerado, así que tampoco es que sea una industria generadora de bienestar. Por supuesto, hay algunos casos de autónomos que llevan su propio negocio y lo hacen con honradez, pero por desgracia las excepciones no hacen regla.

En definitiva, si no hacemos nada, la turistificación ha llegado a Cádiz para quedarse. Se alcanzará un punto en que hasta el mas chovinista se levantará un día de la cama, saldrá de su casa y verá que en Cádiz no viven ya gaditanos y gaditanas, que la ciudad ha perdido su esencia y su naturalidad, que no hay trabajo mas allá del sector hostelero, que no existen vecinos sino turistas de paso, que no puede acceder a una vivienda porque todo son alquileres por temporada, y entonces, cogerá las maletas y se irá a vivir a otro lugar.

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El tercer puente 11

Hay apelaciones  a las que la izquierda sigue acudiendo como un continuo mantra pero que hoy no sirven mas que para la autocomplaciencia y para no ver los errores cometidos. Algunas de ellas son: “Trabajamos para la mayoría social”, “ Representamos al pueblo” ,“…a la clase obrera”, “…a los trabajadores”, “…somos la Vanguardia” etc… y así continúan; sin darse cuenta que eso es algo que pudo ser cierto en el siglo XIX o principios del XX, cuando la industria creaba un fuerte vinculo entre trabajadores y trabajadoras que a su vez implicaba una conciencia de clase arraigada.

En el siglo XXI el mundo es muy diferente. El trabajo precario, la inestabilidad laboral y sectores con pocos trabajadores a cargo de una empresa han creado un sistema individualista de competitividad que ha dinamitado la solidaridad y la conciencia para mayor beneficio del capitalismo. Los márgenes son estrechos, pero nos empeñamos en jugar dentro de esos márgenes que, por cierto, nos han sido impuestos para coartar la capacidad de plantear un cambio real. Hoy nos conformamos con jugar en el campo de la derecha, en su espacio, reivindicando nuestra capacidad de gestión del capital; y claro, al final viene la derrota y la inevitable preguntá: ¿por qué ha pasado?

La mayoría social piensa que un país que va bien es uno en el que el crecimiento es alto y que, por lo tanto, reducir el gasto es necesario. Estas dos premisas están tan asimiladas por la derecha que hacemos exactamente lo mismo. No se plantea que no existe el crecimiento sostenible, que todo lo que sea continuar la expansión económica significa la mutilación del planeta por culpa de una producción desproporcionada e innecesaria que nos aboca irremediablemente al colapso.

Solo se puede crecer a costa de la precariedad laboral, no se puede sostener los beneficios empresariales en bolsa y el reparto equitativo de la riqueza, no, no se puede. No se puede plantear que reducir el gasto es necesario cuando estamos en una situación social límite, cuando cada día crece la exclusión social. Hay que reordenar, priorizar, pero no reducir. Si te vendes como un buen gestor porque reduces el gasto, estás lanzando el mismo discurso que los neoliberales que quieren acabar con lo público porque es un gasto innecesario e ineficaz.

La mayoría social piensa que estar empleado es algo positivo y que es el empresario quien crea riqueza gracias a la inversión de su capital. Esta es otra victoria cultural del capitalismo que solo una minoría está dispuesta a discutir. Cuántas veces hemos oído: “no habría desigualdad social si el paro fuese cero” Pues sí, sí la habría porque siempre existirían quienes se quedan con la plusvalía generada por la mano de obra y quienes recibirían una mísera parte del beneficio generado. En cuanto a que es el empresario el que crea la riqueza, es fácil de desmontar. El empresario solo tiene dinero, no tiene capacidad de crear ningún producto por si mismo; por lo tanto, es el trabajador el que convierte ese dinero en material productivo. El dinero no se come, ni se lee, ni se escucha y no tiene mas valor que el que le da el juego especulativo. Santificar el empleo es otra muestra de jugar en su campo, con sus reglas, y dentro de sus márgenes. Otra derrota sin paliativos.

La vivienda no es un derecho inalienable, es un derecho por el que mas o menos tienes que pagar, si no te pueden desahuciar, ajustar los plazos de tu deuda o que una institución pague parte al privado; alguien tiene que pagar porque, como todo derecho, lo tienes previo pago. Casi nadie lo discute.

Podríamos escribir un libro con los ejemplos que llevan a la homogeneidad del discurso de la mayoría social por parte de la derecha. Si no defendemos que los derechos ni se compran ni se venden, sino que se tienen. Si no defendemos la autorganización, la cogestión y la cooperativa de economía social como manera alternativa a la globalización, si aplaudimos cuando llega inversión –aún a sabiendas de que conlleva la precarización de la mano de obra- si nos da igual que el empleo traiga un empeoramiento del medio ambiente, de la calidad de vida o, en última instancia, la muerte de cientos de personas -olvidando nuestra visión internacionalista- si al final nos mantenemos con un discurso diferente en matices pero idéntico en lo general, cada día que pase se habrá avanzado en perder la batalla cultural. Por esto, a día de hoy, la mayoría social es liberal, capitalista, conservadora, y de derechas. Y tenemos mucha culpa de ello.

Fotografía: Juan María Rodríguez