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Lolo
Fotografía: Jesús Massó

A veces un chiste fuera de sitio no es un chiste fuera de lugar, solo es un chiste extranjero sin diccionario ni Lonely Planet subrayada por la experiencia o la ignorancia. Un chiste que se baja de un barco grande a una ciudad pequeña, con una pulserita en la mano, una cámara de fotos colgando del pescuezo, unas chanclas por encima de los calcetines y unas ganas de estar vivo por debajo de lo normal. A veces un chiste fuera de sitio no está fuera de lugar. Uno se enreda en las redes intentando sacarle punta al crematorio de Cristina Cifuentes (Rafael Chirbes rules)  y acaba leyendo en una sentencia berlanguiana, la planicie de un país que de llanote pasó a llenito de llanuras mentales.

España es un grupo de whatsapp que silencias por un año al minuto que te hayan metido en él. España es un grupo de versiones que han convertido todo un país en una verbena eterna donde los niños intentan dar por la fuerza el primer beso a las niñas y los viejos consiguen sin mucha soltura dar su último baile. Mañana por la mañana en la batalla piensa en mí, que decía el otro. Mañana por la mañana desayunaremos otra vez los restos del naufragio cotidiano en este buffet libre de malas palabras, cafés fríos y peores intenciones. Y dos huevos blandos.

En el desayuno alguien me habla de sexo consentido y yo le afeo su sinsentido diciéndole “Tú no eres de Cadi”. Él/ella me dice que claro que no, que como va a ser de Cai (esa es la prueba de ADN verbal que lo demuestra) si solo fue una vez por carnavales pero se quedaron en Xerez de la Fra porque un primo tenía un amigo que tenía una amiga con un primo que tenía una casa por Airbnb. Yo confirmo que eso tampoco es muy de Cadi y pienso que a veces un chiste fuera de sitio no es un chiste fuera de lugar. O al contrario. Y me doy cuenta también de que un chiste pierde gracia cuando se le saca el contexto y se le deja a la intemperie, desnudo de contenido y de paisaje.  Que si no eres de Cádiz que te nieguen eso, no tiene gracia, ni de la normal, ni de la puta, ni de la puñetera. Como la literatura torticera del voto particular del juez, o un comentario vulgar en el desayuno del bar, o una editorial donde se compara a La Manada con el Puigdemont, que tampoco son de Cadi y que tampoco tienen gracia ya que son chistes más fuera de lugar que de sitio.

Aunque Cádiz a veces también es un grupo de whatsapp en el que no quiero estar. Uno con mucha guasap (plam plam) y mucho porqué (porque vamos a cantar los cuplés). Y lo digo porque aunque sepamos que no tiene la misma importancia, me parece también denunciable dar constancia en estas pocas palabras escritas: criticar a Álvaro Cervera es no ser de Cadi, y me habla mucho y mal de ciertos sectores de la ciudad a la que amo y en la que no vivo. Chistes fuera de sitio y fuera de lugar, en este caso. Como yo. Aficionados que quieren más a Guardiola que al Gafa, a Cristiano que a Carrillo y que seguramente tienen un escudo del Madrid o del Barcelona tapado de vergüenza por Hércules y los leones. Ese sí que es de Cádiz (aunque haya uno de Alicante), no como yo que soy de Puerto Real

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